Acompañando a la mañana mientras el sol nos seguía para alcanzarnos con la tarde, llegamos a tierras Americanas, entrando en vuelo sobre el Caribe, al continente por Maracaibo, y siguiendo por su cara Noroeste las crestas de los colosales Andes. Pronto descubrimos que a lo colosal acá se le reduce a la categoría de cerro, los que rodean por Oriente la gran capital de Bogota. De modo que nos quedará por descubrir todo lo que éste continente reserva para la denominación de colosal y que muy probablemente, aun conociéndolo por fotografías escapará a nuestra verdadera comprensión. En primer plano los Cerros de Monserrate y Guadalupe.
El cielo estaba algo más que plomizo, de hecho nos llevábamos media hora cuando se desencadenó una tormenta, seguramente para mi el diluvio, acá simples lloviznas. En fin, cuestión de escalas. Llegamos al Hostal, pero nuestra reserva no se encontraba y no había lugar, así que nos mandaron a otra hostal próxima. Poco familiarizados con la nomenclatura de las calles nos llevo algún tiempo encontrarla. Aunque llegamos que es lo importante. El hostal era una casa organizada en torno a dos patios, de planta baja y primera planta, con tejados de tejas a dos aguas y de viguería de madera. Y así son todos los que se encuentran en el barrio de la Candelaria, el barrio primitivo de estilo colonial, de casas arabo-andaluzas, como leí por acá.
Al llegar ya estaba oscureciendo, por lo que fuimos a un bar próximo y cenamos unos ¿"panacotes"?, que es una torta de plátano frito al que se le incorpora cualquier tipo de carne con salsa. Fue una delicia. Luego, no hubo fuerzas para más. Nos fuimos a dormir sobre las siete hora local. Aunque a la una de la madrugada estábamos despiertos con los ojos como búhos. A las seis de la mañana hora local ya estábamos levantados y dispuestos. El cielo continuaba plomizo, aunque sin intención de aguarnos la mañana de Domingo. Así que salimos a dar una vuelta por el barrio y la plaza Simón Bolivar, desde la cual pudimos contemplar el lento despertar de la ciudad en un día muy especial.
Conviven en el centro de la ciudad ministerios, parlamento, catedral y alguna vieja iglesia colonial. Adentrándose por La Candelaria, la vieja Casa de la Moneda o el Museo de la Independencia. No en La Candelaria, pero sí donde se encuentra la zona gubernamental, conviven la vieja arquitectura con la contemporánea de una forma muy evidente. Sin mucho tiempo, por la condición de escala de horas, no pudimos ver mucho más. Eso sí, en cada esquina un puesto de jugos, que deben ser ¿de pomelos?, ¡mango?, y una especie de chirimoya gigante (como se ve no soy muy frutero), lindos de ver, prevenidos todavía de probar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario