Un samán crece sobre el
llano abriéndose como un gran paraguas. Pero no es una copa
frondosa, sus hojas se acumulan sobre sus extremos altos. Al final de
sus ramas más livianas, el samán acostumbra a tocar los cielos
antes que ningún árbol. Hasta lo más alto, su tronco, asiento de
una colonia de otras plantas que crecen de su vetusta savia, se
ramifica, y sus ramas menguan hasta hacerse verdes. El samán sombrea
a los otros verdes llaneros, lo mismo a la búfala que a las
alimañas, pero no quita la luz. El samán donde está no abunda,
porque es pastor de ovejas y cuenta muchas historias. Los llanos son
hechos de horizonte, y hasta donde alcanza la vista es vasto de vida.
En la distancia en la que lo grande se vuelve pequeño, se silencia o
enmudece, el samán vigila, y es el lugar del que nacen mil caminos.
Todas las mangas pasan por él, como terminan luego en una laguna.
lunes, 28 de octubre de 2013
viernes, 25 de octubre de 2013
algunos comentarios de viaje y llegada
Llegamos ya hace unos
días. Han pasado... ¿tres días?, ¿cuatro días?. No lo sé y no
hay necesidad de pararse a contarlos. Pero llegamos después de un
viaje de muchos días y con unas cuantas etapas. Los puede haber, los
viaje digo, más largos e intensos. Aquí nos han contado lo que hay
que hacer para internarse en la Amazonía en otros proyectos más al
sur, donde no es que no llegue el asfalto, es que no hay caminos, y
la ciudad no es que pierda su nombre, es que es pura entelequia...
¡son semanas en canoas!.
El caso es que nosotros
ya hemos llegado al IUJO de Guanarito. El acompañamiento ha sido
continuo y hasta destino, lo que tenemos que agradecer a quien
corresponda, es decir a todos los implicados. Y es que con tanta
mochila y nuestra pinta de "europeos", pues eso, subrayados
en amarillo fosforito. Imposible diluirse en pleno viaje en el
ambiente local, más aún cuando por los lugares transitados el
turismo escasea. Y la adaptación no es instantánea como el Tang o
el Nesquik. No señor, la condición de descontextualizado genera de
inicio desconfianza, probablemente la consecuencia no deseada pero
inevitable del primer mecanismo adaptativo que es la precaución del
viajero.
Es pronto para afirmar
nada sobre Caracas o Bogotá, ya que estuvimos poco tiempo y fueron
tan solo etapas en el viaje. Disfrutamos mucho del domingo en Bogotá,
porque nos levantamos antes que la ciudad y fuimos testigos del lento
despertar de un día especial. Nuestro paseo se centró en el barrio
de La Candelaria y el área gubernativa (como ya apuntamos el otro
día). En Caracas, agradecimos el recibimiento, que al igual que la
salida de Madrid, supuso conocer a las personas que componen tanto
Entreculturas como Fé y Alegría. Tuvimos oportunidad de escuchar
muchas historias y anécdotas, nombres de personas cuya huella
perdura, y cuyo itinerario vital es un recorrido por la historia de
este gran proyecto, y por cierto, todo un curso de geografía. En la
mayoría de estas conversaciones además de suponer un curso
intensivo de aprendizaje, destacaba sobre todo la fuerza y la pasión.
Todo un deleite al que atender y escuchar.
lunes, 21 de octubre de 2013
ochenta y cinco a treinta y tres
Y sí, habíamos realizado antes de
salir una intensa búsqueda de soluciones contra los mosquitos, un rastreo
pormenorizado de los más avanzados remedios, un estudio detenido de la
zonificación del área de extensión del mosquito tigre, distinción y peligrosidad
de las diferentes especies, consulta de las web de sanidad y de la comunidad
científica de las universidades más entendidas del panorama, incluso habíamos
aprovechado el paso por la unidad de vacunación para deslizar, sin mostrar ni
ápice de preocupación, alguna pregunta sobre el tema. Y sí, finalmente llegamos
a una serie de conclusiones (eso creíamos), de las medidas no exgeradas que
deberíamos adoptar, basadas en la máxima de que más vale prevenir que curar.
1. Usar productos efectivos
anti-mosquitos (DEET o algo así). Y bien, esta opción fue descartada desde el
momento en que leímos el prospecto del producto en cuestión. Vamos, que esta
solución ni viajó. La lectura de "ADVERTENCIA" fue muy elocuente, y
un serio aviso de que en realidad era peor el remedio que la enfermedad. Además
después nos fuimos a enterar que este renombrado remedio solo funciona con las
mosquitas neófitas, porque las que ya la han probado, no solo es que no les pase nada, es que vuelven con más ahinco y virulencia, de hecho, se guían por su holor. Así que con todos mis respetos... que le den a la "Britiss Tropichal Ostitu".
2. Evitar aguas estancas en las proximidades de la casa. Esto fue a priori un alivio después de descartar el potingue anteriormente mencionado. Encontramos un remedio de los llamados "de sentido común". Y además llegábamos para la temporada seca. Cuando se supone que hay poca agua. Lástima que en el último trayecto del viaje, camino deGuanarito, observáramos la proliferación de balsas y lagunas de uso común en esta zona del país, alivio precisamente para estos periodos de sequía. Antes de salir pensábamos en evitar charquitos cerca de la puerta de casa., cuando en realidad ibamos a tener toneladas de aguas estancas por doquier. Consecuencia, misión imposible.
3. Llevar mangas largas y pantalones largos, así como botas y calcetines. Ahí, ahí,... un poquito de sentido común, y además del propio. Sabíamos de la dificultad,... que sí unos graditos por encima de los treinta, una humedad por encima de los noventa,... pero lo cierto es que desde el Otoño sevillano no se veía tan complicado. Resultado: no hay quien se ponga por aquí camisas de mangas largas, y Amparo está empeñada en ponerse falda y pantalones bombachos hasta las rodillas.
4. Evitar salir en los horarios en las que las mosquitas (porque son las chicas las que pican), salen de caza. La última opción... reducir la exposición, evitar el momento en que todas las mosquitas salen en manada, y encima por la penumbra u oscuridad es imposible discriminar que condenada especie de mosquito te ha picado. Como además amanece pronto y oscurece más pronto, pues eso, se evita y ya está. Pero no, miralo tu ahí, que la primera noche andábamos ya Amparo y yo, recién llegados, y cenando tarde para el lugar (enseguida nos enteramos del por qué), y encima, como ya he dicho, yo con mangas cortas y Amparo con bombachos hasta las rodillas (remito al apartado anterior). Resultado ochenta y cuatro picaduras de rodilla para abajo para Amparo, y treinta y dos picaduras en la rodilla para Javier.
Conclusión final. Probablemente no exista mejor remedio que encomendarse, dejándo el sentido común en el evitar la estupidez. Por ejemplo, decidir dar un bucólico paseo por la orilla del río Guanaré en un purpúreo atardecer del periodo seco de la savana de Los Llanos.
Y es que poco más se puede hacer, la naturaleza manda
domingo, 20 de octubre de 2013
primeras impresiones desde Guanarito
Con esta, comienzo mi primera entrada en este blog, ¡¡aprovechando para enviar detalles varios de nuestra llegada a este pais!!
Como sabéis, ya estamos instaladísimos en Guanarito. La verdad es que desde que llegamos a Caracas nos están tratando genial, muy atentos con nosotros para que nos sintamos cómodos en todo momento. En Caracas nos recogió el coordinador de voluntarios, y nos llevó a comer cerca de la sede principal de la ONG y a conocer lo poco bonito que tiene Caracas. Y, una vez hechos los trámites oportunos por la embajada española, partimos, en compañía del coordinador, hacia Guanarito. Así tuvimos tiempo de conocernosy hablar más sobre la situación política, económica, social y ambiental de Venezuela, en general, y de Guanarito, en particular.
El último bus que tomamos, nos daba ya unas pinceladas de lo que nos encontraríamos por el lugar. La música latina a toda pastilla con las ventanillas abiertas de par en par, nos acogió por completo, unido a que el paisaje verde intenso penetraba por las ventanas.
Una vez en Guanarito, nos vino a recoger Luis, el director del Instituto Universitario Agroforestal (de aquí en adelante lo llamaremos IUJO). Es la clase de persona que ha dado su vida entera a hacer que el proyecto del instituto vaya hacia adelante y realmente tiene mucho mérito en un lugar donde cada vez que te das la vuelta parece que te intentan poner la zancadilla. Las 24 horas que hay de lunes a viernes las pasa pendiente de que todo vaya rodando como debe ser.
El miércoles, llegamos directos para comer, donde las cocineras nos tenían preparadas unas deliciosas arepas y ya empezaron a preguntarme que era eso de ser vegetariana. Una de las cocineras me dijo que le apuntara en una lista lo que podía y no podía comer, para así hacerse más una idea. Pero, la verdad, es que desde que llegamos, han preparado comida muy variada tanto carnívora como especial vegetariana para mi, por lo que creo que mi dieta podré alargarla más en el tiempo!!! yujuuuuuuuuuu...Ya está diciendo Luis que quiere organizar un asado para celebrar nuestra llegada y que a mi me pondrá una yuca asada (al menos, la gente parece que rápidamente se han adaptado a mi condición de vegetariana y eso me anima a no sentirme incómoda!!).
Después de comer, nos enseñaron la finca, 330ha, dedicadas a agricultura y ganadería. Nos encantó el huerto pues tiene bastante variedad, recién sembraron plantulitas de tomates entre otras verduras (aquí parece que al año, debido a las buenas condiciones climáticas, producen 2 veces las mismas verduras). La producción que tienen no es grandiosa pero les da para abastecer a todos los empleados del lugar y a vender una parte. De la ganadería, ya pudimos ver las primeras búfalas y todavía nos queda por ver la vaquería. Por cierto, el queso aquí abunda mucho, pues ellos mismos hacen su propio queso, estilo fresco pero muy rico, ¡¡a ver si un día nos unimos a que nos enseñen como lo hacen!!!
Una vez visto la mayor parte de la finca, nos llevaron a la que será nuestra casa, como mínimo, hasta enero. El lugar se llama El Placer, a medio camino entre Guanarito y el IUJO, situado en un camino rodeado de casas a modo de chalets españoles. Nuestra casa es una parcela que cuenta con una terraza cubierta aprovechable para uso de salón-salita-tenderero y varios, una gran cocina con mega-frigorífico y horno, una habitación pequeña y una habitación de matrimonio con baño incluido. Esto es, ¡¡qué es mucho más de lo que nos esperábamos!! la parcela tiene varios árboles, principalmente algunas palmeras cocoteras y unos limoneros (parece ser que uno de los limoneros produce limones constantemente, ya nos iremos haciendo nuestras propias limonadas!!). Después de desempacar nuestras ropas y medio ordenarlas, volvimos al IUJO a cenar y allí empezaron a aparecer los primeros mosquitos..
Decir que desde que llegamos, principalmente yo, estoy comiíta a mosquitos. sobre todo los pies y medias piernas que los dejo más al aire, mientras que a Javier el otro día se le pusieron las rodillas llenitas de picaduras, ¡¡parece ser que les gustó a las mosquitas esa parte!! en fin, que esto será otra de las cosas que nos tendremos que ir adaptando en el día a día y, una vez entrada la tarde, cubrirnos lo máximo que podamos durante esta estación húmeda...
Hasta aquí, estas han sido las primeras impresiones y los primeros pasos por aquí. Ya este finde lo hemos aprovechado para hacer más la casa nuestra, limpiarla a fondo, comprar enseres y víveres en el pueblo, y prepararnos las clases. Por que, como habéis leído, a partir de mañana lunes empezamos a participar en las clases. Mañana Javi empieza con una asignatura sobre suelos y yo sobre Educación ambiental, donde trataré el tema de la agricultura ecológica. Y, paulatinamente, nos iremos haciendo cargo de otras asignaturas. Estas dos próximas semanas serán de acompañamiento a las profes para ver qué dinámica llevan ellas en las clases y empezar a conocer el nivel de los alumnos/as. Detalle: la mayoría de profes son mujeres!
Un dato más. Aquí en una hora se hace de noche ( a eso de las 6 de la tarde) y en 3 horas ya estaremos en la cama. El ritmo venezolano lo hemos cogido rápido (aquí se diría "tomado rápido", pues como digas "coger" tiene connotaciones sexuales y la gente empieza a reirse), y ya nos levantamos a las 6 de la mañana y a las 21 estamos que nos caemos de sueño.
seguimos leyéndonos!
Amparo
Como sabéis, ya estamos instaladísimos en Guanarito. La verdad es que desde que llegamos a Caracas nos están tratando genial, muy atentos con nosotros para que nos sintamos cómodos en todo momento. En Caracas nos recogió el coordinador de voluntarios, y nos llevó a comer cerca de la sede principal de la ONG y a conocer lo poco bonito que tiene Caracas. Y, una vez hechos los trámites oportunos por la embajada española, partimos, en compañía del coordinador, hacia Guanarito. Así tuvimos tiempo de conocernosy hablar más sobre la situación política, económica, social y ambiental de Venezuela, en general, y de Guanarito, en particular.
El último bus que tomamos, nos daba ya unas pinceladas de lo que nos encontraríamos por el lugar. La música latina a toda pastilla con las ventanillas abiertas de par en par, nos acogió por completo, unido a que el paisaje verde intenso penetraba por las ventanas.
Una vez en Guanarito, nos vino a recoger Luis, el director del Instituto Universitario Agroforestal (de aquí en adelante lo llamaremos IUJO). Es la clase de persona que ha dado su vida entera a hacer que el proyecto del instituto vaya hacia adelante y realmente tiene mucho mérito en un lugar donde cada vez que te das la vuelta parece que te intentan poner la zancadilla. Las 24 horas que hay de lunes a viernes las pasa pendiente de que todo vaya rodando como debe ser.
El miércoles, llegamos directos para comer, donde las cocineras nos tenían preparadas unas deliciosas arepas y ya empezaron a preguntarme que era eso de ser vegetariana. Una de las cocineras me dijo que le apuntara en una lista lo que podía y no podía comer, para así hacerse más una idea. Pero, la verdad, es que desde que llegamos, han preparado comida muy variada tanto carnívora como especial vegetariana para mi, por lo que creo que mi dieta podré alargarla más en el tiempo!!! yujuuuuuuuuuu...Ya está diciendo Luis que quiere organizar un asado para celebrar nuestra llegada y que a mi me pondrá una yuca asada (al menos, la gente parece que rápidamente se han adaptado a mi condición de vegetariana y eso me anima a no sentirme incómoda!!).
Después de comer, nos enseñaron la finca, 330ha, dedicadas a agricultura y ganadería. Nos encantó el huerto pues tiene bastante variedad, recién sembraron plantulitas de tomates entre otras verduras (aquí parece que al año, debido a las buenas condiciones climáticas, producen 2 veces las mismas verduras). La producción que tienen no es grandiosa pero les da para abastecer a todos los empleados del lugar y a vender una parte. De la ganadería, ya pudimos ver las primeras búfalas y todavía nos queda por ver la vaquería. Por cierto, el queso aquí abunda mucho, pues ellos mismos hacen su propio queso, estilo fresco pero muy rico, ¡¡a ver si un día nos unimos a que nos enseñen como lo hacen!!!
Una vez visto la mayor parte de la finca, nos llevaron a la que será nuestra casa, como mínimo, hasta enero. El lugar se llama El Placer, a medio camino entre Guanarito y el IUJO, situado en un camino rodeado de casas a modo de chalets españoles. Nuestra casa es una parcela que cuenta con una terraza cubierta aprovechable para uso de salón-salita-tenderero y varios, una gran cocina con mega-frigorífico y horno, una habitación pequeña y una habitación de matrimonio con baño incluido. Esto es, ¡¡qué es mucho más de lo que nos esperábamos!! la parcela tiene varios árboles, principalmente algunas palmeras cocoteras y unos limoneros (parece ser que uno de los limoneros produce limones constantemente, ya nos iremos haciendo nuestras propias limonadas!!). Después de desempacar nuestras ropas y medio ordenarlas, volvimos al IUJO a cenar y allí empezaron a aparecer los primeros mosquitos..
Decir que desde que llegamos, principalmente yo, estoy comiíta a mosquitos. sobre todo los pies y medias piernas que los dejo más al aire, mientras que a Javier el otro día se le pusieron las rodillas llenitas de picaduras, ¡¡parece ser que les gustó a las mosquitas esa parte!! en fin, que esto será otra de las cosas que nos tendremos que ir adaptando en el día a día y, una vez entrada la tarde, cubrirnos lo máximo que podamos durante esta estación húmeda...
Hasta aquí, estas han sido las primeras impresiones y los primeros pasos por aquí. Ya este finde lo hemos aprovechado para hacer más la casa nuestra, limpiarla a fondo, comprar enseres y víveres en el pueblo, y prepararnos las clases. Por que, como habéis leído, a partir de mañana lunes empezamos a participar en las clases. Mañana Javi empieza con una asignatura sobre suelos y yo sobre Educación ambiental, donde trataré el tema de la agricultura ecológica. Y, paulatinamente, nos iremos haciendo cargo de otras asignaturas. Estas dos próximas semanas serán de acompañamiento a las profes para ver qué dinámica llevan ellas en las clases y empezar a conocer el nivel de los alumnos/as. Detalle: la mayoría de profes son mujeres!
Un dato más. Aquí en una hora se hace de noche ( a eso de las 6 de la tarde) y en 3 horas ya estaremos en la cama. El ritmo venezolano lo hemos cogido rápido (aquí se diría "tomado rápido", pues como digas "coger" tiene connotaciones sexuales y la gente empieza a reirse), y ya nos levantamos a las 6 de la mañana y a las 21 estamos que nos caemos de sueño.
seguimos leyéndonos!
Amparo
lunes, 14 de octubre de 2013
jet lag en Santafé
Acompañando a la mañana mientras el sol nos seguía para alcanzarnos con la tarde, llegamos a tierras Americanas, entrando en vuelo sobre el Caribe, al continente por Maracaibo, y siguiendo por su cara Noroeste las crestas de los colosales Andes. Pronto descubrimos que a lo colosal acá se le reduce a la categoría de cerro, los que rodean por Oriente la gran capital de Bogota. De modo que nos quedará por descubrir todo lo que éste continente reserva para la denominación de colosal y que muy probablemente, aun conociéndolo por fotografías escapará a nuestra verdadera comprensión. En primer plano los Cerros de Monserrate y Guadalupe.
El cielo estaba algo más que plomizo, de hecho nos llevábamos media hora cuando se desencadenó una tormenta, seguramente para mi el diluvio, acá simples lloviznas. En fin, cuestión de escalas. Llegamos al Hostal, pero nuestra reserva no se encontraba y no había lugar, así que nos mandaron a otra hostal próxima. Poco familiarizados con la nomenclatura de las calles nos llevo algún tiempo encontrarla. Aunque llegamos que es lo importante. El hostal era una casa organizada en torno a dos patios, de planta baja y primera planta, con tejados de tejas a dos aguas y de viguería de madera. Y así son todos los que se encuentran en el barrio de la Candelaria, el barrio primitivo de estilo colonial, de casas arabo-andaluzas, como leí por acá.
Al llegar ya estaba oscureciendo, por lo que fuimos a un bar próximo y cenamos unos ¿"panacotes"?, que es una torta de plátano frito al que se le incorpora cualquier tipo de carne con salsa. Fue una delicia. Luego, no hubo fuerzas para más. Nos fuimos a dormir sobre las siete hora local. Aunque a la una de la madrugada estábamos despiertos con los ojos como búhos. A las seis de la mañana hora local ya estábamos levantados y dispuestos. El cielo continuaba plomizo, aunque sin intención de aguarnos la mañana de Domingo. Así que salimos a dar una vuelta por el barrio y la plaza Simón Bolivar, desde la cual pudimos contemplar el lento despertar de la ciudad en un día muy especial.
Conviven en el centro de la ciudad ministerios, parlamento, catedral y alguna vieja iglesia colonial. Adentrándose por La Candelaria, la vieja Casa de la Moneda o el Museo de la Independencia. No en La Candelaria, pero sí donde se encuentra la zona gubernamental, conviven la vieja arquitectura con la contemporánea de una forma muy evidente. Sin mucho tiempo, por la condición de escala de horas, no pudimos ver mucho más. Eso sí, en cada esquina un puesto de jugos, que deben ser ¿de pomelos?, ¡mango?, y una especie de chirimoya gigante (como se ve no soy muy frutero), lindos de ver, prevenidos todavía de probar.
El cielo estaba algo más que plomizo, de hecho nos llevábamos media hora cuando se desencadenó una tormenta, seguramente para mi el diluvio, acá simples lloviznas. En fin, cuestión de escalas. Llegamos al Hostal, pero nuestra reserva no se encontraba y no había lugar, así que nos mandaron a otra hostal próxima. Poco familiarizados con la nomenclatura de las calles nos llevo algún tiempo encontrarla. Aunque llegamos que es lo importante. El hostal era una casa organizada en torno a dos patios, de planta baja y primera planta, con tejados de tejas a dos aguas y de viguería de madera. Y así son todos los que se encuentran en el barrio de la Candelaria, el barrio primitivo de estilo colonial, de casas arabo-andaluzas, como leí por acá.
Al llegar ya estaba oscureciendo, por lo que fuimos a un bar próximo y cenamos unos ¿"panacotes"?, que es una torta de plátano frito al que se le incorpora cualquier tipo de carne con salsa. Fue una delicia. Luego, no hubo fuerzas para más. Nos fuimos a dormir sobre las siete hora local. Aunque a la una de la madrugada estábamos despiertos con los ojos como búhos. A las seis de la mañana hora local ya estábamos levantados y dispuestos. El cielo continuaba plomizo, aunque sin intención de aguarnos la mañana de Domingo. Así que salimos a dar una vuelta por el barrio y la plaza Simón Bolivar, desde la cual pudimos contemplar el lento despertar de la ciudad en un día muy especial.
Conviven en el centro de la ciudad ministerios, parlamento, catedral y alguna vieja iglesia colonial. Adentrándose por La Candelaria, la vieja Casa de la Moneda o el Museo de la Independencia. No en La Candelaria, pero sí donde se encuentra la zona gubernamental, conviven la vieja arquitectura con la contemporánea de una forma muy evidente. Sin mucho tiempo, por la condición de escala de horas, no pudimos ver mucho más. Eso sí, en cada esquina un puesto de jugos, que deben ser ¿de pomelos?, ¡mango?, y una especie de chirimoya gigante (como se ve no soy muy frutero), lindos de ver, prevenidos todavía de probar.
jueves, 10 de octubre de 2013
un hombre muy pequeño de corazón enorme
Continuamos cumpliendo etapas del prologo al viaje. Llegamos a la capital desde las provincias en autobús, haciendo cálculos con las maletas. Recuerdo, por si no lo he dicho antes, que llevamos tres mochilas y una maleta con ruedas, y que las cosas están así, 23 kg/1 bulto por persona en facturación, y una maleta de mano por persona. Con esa carga llegamos a la capital, a sabiendas que antes de montar en el avión tendremos que hacer trasvase de contenidos entre maleta y maleta para que los números cuadren. Por la mañana teníamos que ir a la Embajada de Venezuela. Hay que decir que, tanto desde allí como aquí, han sido todo gentileza y resolución. Y es que mañana tendremos los pasaportes visados, y justo a tiempo.
El día de hoy nos ha llamado la atención algo. Eran sobre las nueve cuando nos dirigíamos a la embajada localizada en el centro financiero de Madrid. En el centro de megalómanos nacionales, entre las grandes avenidas, arterias automovilísticas, rascacielos acristalados y brillantes, edificios inteligentes y vigilados que no invitan a la visita, divisamos una pequeña figura en bronce, apenas elevada sobre el suelo, en una plaza ceñida de losas pétreas, cuya silueta no dejaba lugar a dudas de a quien representaba. Se apoyaba en un bastón, todo delgadez, envuelto en una tela a modo de toga corta hasta las rodillas, y parecía caminar por otro lugar muy distinto. No desde luego, dejando atrás el edificio "Europa Center", no junto al "Palacio de Congresos", seguro que no dejando a su espalda las alturas de la "Torre Picasso", y desde luego, sin abrigar la intención de ver el Bernabeu o visitarlo.
¡Era Gandhi!. La figura de un hombre muy pequeño de corazón enorme. Y alguien, no se si con la intención de inspirar a los grandes directivos de las grandes empresas, o simplemente, consecuencia de cierta confusión o desconocimiento, lo había plantado allí, en un espacio a medio camino de ninguna parte.
El día de hoy nos ha llamado la atención algo. Eran sobre las nueve cuando nos dirigíamos a la embajada localizada en el centro financiero de Madrid. En el centro de megalómanos nacionales, entre las grandes avenidas, arterias automovilísticas, rascacielos acristalados y brillantes, edificios inteligentes y vigilados que no invitan a la visita, divisamos una pequeña figura en bronce, apenas elevada sobre el suelo, en una plaza ceñida de losas pétreas, cuya silueta no dejaba lugar a dudas de a quien representaba. Se apoyaba en un bastón, todo delgadez, envuelto en una tela a modo de toga corta hasta las rodillas, y parecía caminar por otro lugar muy distinto. No desde luego, dejando atrás el edificio "Europa Center", no junto al "Palacio de Congresos", seguro que no dejando a su espalda las alturas de la "Torre Picasso", y desde luego, sin abrigar la intención de ver el Bernabeu o visitarlo.
¡Era Gandhi!. La figura de un hombre muy pequeño de corazón enorme. Y alguien, no se si con la intención de inspirar a los grandes directivos de las grandes empresas, o simplemente, consecuencia de cierta confusión o desconocimiento, lo había plantado allí, en un espacio a medio camino de ninguna parte.
martes, 8 de octubre de 2013
los tres libros
Ha llegado el momento de comenzar a pensar en como organizar las maletas. La tarde concluye y ya es de noche, mañana da comienzo el largo viaje hasta Guanarito. He comenzado por agrupar lo que me voy a llevar por categorías.
Lo más fácil es comenzar por la ropa: pantalones, camisetas, camisas de mangas largas, camisas de mangas cortas, calcetines y calzoncillos, y el grupo varios. Todo extendido sobre un sofá. En el suelo tres pares de calzados, unas sandalias todo terrenos, unos zapatos y las botas de montaña (es verdad que voy a "los llanos", pero el entorno y la práctica muy probablemente sea bastante campera). Ya está preparado el dispensario con un surtido preventivo de algunos medicamentos para "el viajero". En cualquier caso, no hay mayor verdad que la del dicho del prevenir es mejor que curar. Los medicamentos se encuentran a la izquierda sobre una silla. A la derecha, una selección de productos locales y propios del terruño, atesorados en los últimos días con el mucho cariño familiar (algunas cosas todavía permanecen en el frigorífico apurando su buena presencia). La gastronomía y la mesa es el mejor de los espacios "entreculturales" ;), donde son risas, descaradamente risas las sonrisas. Sin ir más lejos, ¿no es el banquete el lugar donde terminan todas las ceremonias?. Así que sí, un espacio para unos choricitos, unas cuñas de queso, bandejita de caña de lomo y ¿jamón?... ufff, vaya, no, jamón finalmente no. ¿Que más? Ah sí, ¡los documentos importantes!... Bueno,... faltan por enumerar más grupos, pero mejor me voy a poner a ello, y dejo de describirlos. Si no me veo olvidando algo importante...
Solo algo más... la selección de libros. Son fundamentales para el buen viajar y el mejor vivir, pero también es verdad que su saber ocupa y pesa cuando no está en tu cabeza. Los libros van mal con la maletas, aunque uno muy bien en una mochila. Como es un largo viaje, y allí nuevos libros nos esperan, la selección ha sido de tres y no ha resultado tan difícil (supongo que por inevitable).
El primero ha sido un regalo muy oportuno y con mucho cariño. Y es que éste año hemos estado de un pesado con Paulo Freire, que finalmente nos han regalado "Pedagogía del oprimido". Libro de referencia para que nos acompañe en nuestra andadura.
El segundo cayó prácticamente de la estantería, de fundamentos Zen, contemplación de la naturaleza y el arte como expresión, de Natsume Soseki, "Kusamakura". Es un libro muy especial en su totalidad, incluso como objeto.
Y finalmente, y no podía ser de otra manera, cuando tanto recurro a su lectura y "su recuerdo", un humanista y un referente del espíritu crítico e independiente, coherente ante la historia, que supo subordinar "las ideologías" a la moral. Esto es Albert Camus. He elegido "El hombre Rebelde", que he leído igual que "El mito de Sísifo", pero que reconozco que no he terminado de comprender.
Esa es la selección, los tres libros. Y los muchos libros que esperan.
Lo más fácil es comenzar por la ropa: pantalones, camisetas, camisas de mangas largas, camisas de mangas cortas, calcetines y calzoncillos, y el grupo varios. Todo extendido sobre un sofá. En el suelo tres pares de calzados, unas sandalias todo terrenos, unos zapatos y las botas de montaña (es verdad que voy a "los llanos", pero el entorno y la práctica muy probablemente sea bastante campera). Ya está preparado el dispensario con un surtido preventivo de algunos medicamentos para "el viajero". En cualquier caso, no hay mayor verdad que la del dicho del prevenir es mejor que curar. Los medicamentos se encuentran a la izquierda sobre una silla. A la derecha, una selección de productos locales y propios del terruño, atesorados en los últimos días con el mucho cariño familiar (algunas cosas todavía permanecen en el frigorífico apurando su buena presencia). La gastronomía y la mesa es el mejor de los espacios "entreculturales" ;), donde son risas, descaradamente risas las sonrisas. Sin ir más lejos, ¿no es el banquete el lugar donde terminan todas las ceremonias?. Así que sí, un espacio para unos choricitos, unas cuñas de queso, bandejita de caña de lomo y ¿jamón?... ufff, vaya, no, jamón finalmente no. ¿Que más? Ah sí, ¡los documentos importantes!... Bueno,... faltan por enumerar más grupos, pero mejor me voy a poner a ello, y dejo de describirlos. Si no me veo olvidando algo importante...
Solo algo más... la selección de libros. Son fundamentales para el buen viajar y el mejor vivir, pero también es verdad que su saber ocupa y pesa cuando no está en tu cabeza. Los libros van mal con la maletas, aunque uno muy bien en una mochila. Como es un largo viaje, y allí nuevos libros nos esperan, la selección ha sido de tres y no ha resultado tan difícil (supongo que por inevitable).
El primero ha sido un regalo muy oportuno y con mucho cariño. Y es que éste año hemos estado de un pesado con Paulo Freire, que finalmente nos han regalado "Pedagogía del oprimido". Libro de referencia para que nos acompañe en nuestra andadura.
El segundo cayó prácticamente de la estantería, de fundamentos Zen, contemplación de la naturaleza y el arte como expresión, de Natsume Soseki, "Kusamakura". Es un libro muy especial en su totalidad, incluso como objeto.
Y finalmente, y no podía ser de otra manera, cuando tanto recurro a su lectura y "su recuerdo", un humanista y un referente del espíritu crítico e independiente, coherente ante la historia, que supo subordinar "las ideologías" a la moral. Esto es Albert Camus. He elegido "El hombre Rebelde", que he leído igual que "El mito de Sísifo", pero que reconozco que no he terminado de comprender.
Esa es la selección, los tres libros. Y los muchos libros que esperan.
lunes, 7 de octubre de 2013
un checklist para evitar un jet lag
A dos días vista y para evitar un jet lag prematuro voy a auxiliarme con un checklist a tiempo. Bien presente como he tenido esta cuestión en estos días, he decidido a última hora aliviar mi estado que rayaba ya lo patológico. Tomé entre mis manos un tochito de post-it, y de la primera hojita no, que ya estaba arrugada y un poco manchada, he cogido la segunda amarillo incólume para apuntar los objetivos del día. He salido con las primeras luces del día (eso queda bien y es muy literario, pero salí sobre las nueve menos cinco), y he ido cumpliendo objetivos a buen ritmo y sin que la duda o la indecisión me frenaran. Rápido y veloz, sacaba del bolsillo el check-list amarillo, y reconocía en un instante mi próxima etapa y mi camino. ¡Qué momento!... ¡Qué momentazo!, cuando marcaba con un trazo firme cada una de las obligaciones. ¡Objetivo cumplido!... He ido viendo como se reducían las urgencias y se apaciguaba mi estado. Un estado de alivio creció sobre las dos de la tarde, cuando con las oficinas cerradas comprobé que se había rozado el pleno, y la jornada había resultado exitosa. No se si es eso lo que se llama eficacia o una persona eficiente. Porque lo mismo de hacerlo todos los días ya no se disfruta. Y el disfrutarlo es cosa de la novedad.
sábado, 5 de octubre de 2013
corazón coraza
Debería de estar haciendo sitio en el trastero a unas cajas, para dejar sitio al mueble de mi abuela, para que pueda vivir sin estrecheces la comunidad de vecinos. A casa de mis padres parece que han llegado "las invasiones bárbaras"... Y solo quedan unos días (lo digo así porque prefiero no contarlos). El caso es que tenía que escribir sobre un artículo leído ahora mismo y algo. Algo que ha sido una de las constantes del año, y que no siempre es fácil de concretar. A pesar de que me gusten las palabras, tengo una reacción instintiva a las palabras y frases que orlan la temática solidaria.
Entiendo que si resultan manidas es en realidad por el uso abusivo, vacuo y sin efecto, que en boca de muchos se pronuncia (en éste caso los primeros en la lista serían los políticos, pero son/somos muchos más). Recuerdo aquello de "no pronuncies el nombre de dios en vano" que tanto escuchaba cuando pequeño o veía en alguna película bíblica de las que se ponían en Navidades y Semana Santa. Las palabras tienen una fuerza y un poder innatos que proviene de su uso y evolución, y que puede rastrearse en su origen etimológico. La palabra es la constante del estar en la vida, las diferentes formas de ser, estar, y hacer. De modo que cuando se usa una palabra que tiene un significado y una historia, sin realizarla, por puro parecer, se desgastan y pierden su capacidad de transmitir.
Pero me estoy desviando del asunto... El caso es que he leído un artículo, que me ha empujado a expresar algo relativo a la motivación(es) para una experiencia como la que voy a iniciar en unos días. Una es la inquietud ante mucho de lo que se hace, se ve, se lee y se escucha, la sensación de que no se está conforme con el mundo tal cual está. La sensación muchas veces vivida de que uno envuelto en su rutina, a pesar de dicha inquietud, no está haciendo nada por cambiarla. El constatar que el tomar perspectiva y salirse de dicha rutina, es suficiente para focalizar fuerzas para hacer "un poco" por un cambio (hacia un mundo más justo). Tengo la sensación de que nuestra rutina contemporánea, fundamentada en las máximas de la competitividad y el individualismo radical, nos deshumanizan, nos distancian los unos de los otros, nos vuelven insensibles, suspicaces y desconfiados ("el hombre tecnologizado"). Y la certeza de que no me encuentro en ese camino, y la oportunidad de sustraerme a esa ruina, me permitirá recorrer un camino diferente, de humanidad, solidario y empático, la labor edificante de construir puentes y derribar murallas, empezando por el corazón coraza.
lo que sentí: lo primero que me viene a la mente es que es probable que la primera vez que yo hubiera pasado junto a él, en realidad, con prisas, lo habría mirado con desconfianza y hubiera pasado de largo, apenas con unos tintes de tristeza... la teoría la conocemos, la práctica es otra cosa,... a base de pantallazos de internet y televisión que transcurre entre lo morboso y lo banal, en continua relación con la mentira, es un hecho que nos deshumanizamos, nos volvemos insensible al otro, incómodos al contacto, e incapaces de crear puentes de ayuda mutua... al conocer éste hecho tan cercano, en la misma ciudad, por las mismas calles, de ésta persona ignorada por la misma cotidianidad en la que participo, solo escribo sobre lo que creo que habría ocurrido al cruzarme por primera vez, porque tengo miedo al pensar que hubiera ocurrido en las siguientes ocasiones en que me hubiera cruzado, vergüenza ante la posibilidad de que no habría hecho nada...
Entiendo que si resultan manidas es en realidad por el uso abusivo, vacuo y sin efecto, que en boca de muchos se pronuncia (en éste caso los primeros en la lista serían los políticos, pero son/somos muchos más). Recuerdo aquello de "no pronuncies el nombre de dios en vano" que tanto escuchaba cuando pequeño o veía en alguna película bíblica de las que se ponían en Navidades y Semana Santa. Las palabras tienen una fuerza y un poder innatos que proviene de su uso y evolución, y que puede rastrearse en su origen etimológico. La palabra es la constante del estar en la vida, las diferentes formas de ser, estar, y hacer. De modo que cuando se usa una palabra que tiene un significado y una historia, sin realizarla, por puro parecer, se desgastan y pierden su capacidad de transmitir.
Pero me estoy desviando del asunto... El caso es que he leído un artículo, que me ha empujado a expresar algo relativo a la motivación(es) para una experiencia como la que voy a iniciar en unos días. Una es la inquietud ante mucho de lo que se hace, se ve, se lee y se escucha, la sensación de que no se está conforme con el mundo tal cual está. La sensación muchas veces vivida de que uno envuelto en su rutina, a pesar de dicha inquietud, no está haciendo nada por cambiarla. El constatar que el tomar perspectiva y salirse de dicha rutina, es suficiente para focalizar fuerzas para hacer "un poco" por un cambio (hacia un mundo más justo). Tengo la sensación de que nuestra rutina contemporánea, fundamentada en las máximas de la competitividad y el individualismo radical, nos deshumanizan, nos distancian los unos de los otros, nos vuelven insensibles, suspicaces y desconfiados ("el hombre tecnologizado"). Y la certeza de que no me encuentro en ese camino, y la oportunidad de sustraerme a esa ruina, me permitirá recorrer un camino diferente, de humanidad, solidario y empático, la labor edificante de construir puentes y derribar murallas, empezando por el corazón coraza.
lo que sentí: lo primero que me viene a la mente es que es probable que la primera vez que yo hubiera pasado junto a él, en realidad, con prisas, lo habría mirado con desconfianza y hubiera pasado de largo, apenas con unos tintes de tristeza... la teoría la conocemos, la práctica es otra cosa,... a base de pantallazos de internet y televisión que transcurre entre lo morboso y lo banal, en continua relación con la mentira, es un hecho que nos deshumanizamos, nos volvemos insensible al otro, incómodos al contacto, e incapaces de crear puentes de ayuda mutua... al conocer éste hecho tan cercano, en la misma ciudad, por las mismas calles, de ésta persona ignorada por la misma cotidianidad en la que participo, solo escribo sobre lo que creo que habría ocurrido al cruzarme por primera vez, porque tengo miedo al pensar que hubiera ocurrido en las siguientes ocasiones en que me hubiera cruzado, vergüenza ante la posibilidad de que no habría hecho nada...
miércoles, 2 de octubre de 2013
deslocalización
Empaquetado en cajas o amontonado en bultos, en compaña viene y van objetos pero también cosas, resultado del paso del tiempo de lugares y vivencias, el afecto por personas y momentos, pero también la acumulación resultante de la incapacidad de tirar nada. Y mientras se sube y se baja la escalera del coche a la tercera planta, a uno le gustaría haberse organizado antes para darse tiempo a una gestión (eliminación) organizada o, al menos, haber tirado de arrestos para hacer desaparecer sin reflexión un buen montón de objetos y papeles que ahora tanto pesan.
Los libros se apilan fácil, cuadran perfectos en las cajas, y apenas dejan innecesarios vacíos, pero pesan como yunques de herreros o sacos de patatas. La ropa son amasijos esponjosos, informes, que aunque livianos no hay como meterlos (lo peor las camisas o abrigos, lo mejor las camisetas). Las perchas (¡ay! las perchas, madre mía), cada una de su padre y su madre, y escapando entre las manos en cuanto intentas asociarlas con otras cosas!... Los cuadros con fotos, no son tantos y son recuerdos, y van bien, cuadran también, porque son marcos baratos o del ikea. Tienen solera las fotos en blanco y negro, y una en especial, la del abuelo conmigo de pequeño (¡menuda foto es esa!). Todo un canto a la gordura lozana, en la vejez octogenaria rayando ya los noventa, y la pequeñez de los dos años. Menos mal que los muebles ya fueron dados en un rastro improvisado de amigos (lo que no impidió tener que revivir la agonía de su peso y la estrechez de la escalera), y algunos sin demanda, han terminado en la basura. Solo unos pocos se han mudado a coger polvo a la espera de nuestro regreso.
La coincidencia ha querido que el día catártico de la mudanza coincida con un clima parejo al que nos espera según los datos wikipédicos que se han consultado, tirando por lo largo, cercano o en torno a los treinta grados con un 95% de humedad. Los goterones de sudor caían peldaño a peldaño en la escalera!!!
Los libros se apilan fácil, cuadran perfectos en las cajas, y apenas dejan innecesarios vacíos, pero pesan como yunques de herreros o sacos de patatas. La ropa son amasijos esponjosos, informes, que aunque livianos no hay como meterlos (lo peor las camisas o abrigos, lo mejor las camisetas). Las perchas (¡ay! las perchas, madre mía), cada una de su padre y su madre, y escapando entre las manos en cuanto intentas asociarlas con otras cosas!... Los cuadros con fotos, no son tantos y son recuerdos, y van bien, cuadran también, porque son marcos baratos o del ikea. Tienen solera las fotos en blanco y negro, y una en especial, la del abuelo conmigo de pequeño (¡menuda foto es esa!). Todo un canto a la gordura lozana, en la vejez octogenaria rayando ya los noventa, y la pequeñez de los dos años. Menos mal que los muebles ya fueron dados en un rastro improvisado de amigos (lo que no impidió tener que revivir la agonía de su peso y la estrechez de la escalera), y algunos sin demanda, han terminado en la basura. Solo unos pocos se han mudado a coger polvo a la espera de nuestro regreso.
La coincidencia ha querido que el día catártico de la mudanza coincida con un clima parejo al que nos espera según los datos wikipédicos que se han consultado, tirando por lo largo, cercano o en torno a los treinta grados con un 95% de humedad. Los goterones de sudor caían peldaño a peldaño en la escalera!!!
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