miércoles, 15 de enero de 2014

la calma

Se nos termina el semestre y se nos quedan cortos los días para terminar la materia. La Navidad se ensanchó, y las fechas de corte, pues eso, se acortan. Hay tarea por delante, pero en estos días se lleva muy bien. El inicio del verano por estas tierras es bastante benigno, la brisa decembrina dio paso a la más intensa brisa ¿enerina?. Así que la mañana que aquí se comienza pronto y por tanto se hace mayor, y la tarde noche, se disfruta de una temperatura que por momentos se asemeja a una primavera temprana. El resto del día, pues bueno, no se puede decir lo mismo. Y las lluvias, ausentes. Por eso seguramente, claro, se habla de la temporada seca. Las pausas en las que uno se sienta a la sombra bajo los soportales de la biblioteca, se agarra un mate y tira de bombilla, observa el llano, todavía verde y lleno de actividades mínimas, la demora es despreocupación. Es verdad que se miran los tobillos, y esas actividades mínimas puedes recorrerlas por las puntadas de las picaduras, que en estas fechas no son zancudas, son gengenes, aunque pican igual.

Aprovecho para recordar un relato de Raymond Carver "La calma" del libro "De qué hablamos cuando hablamos de Amor"

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