Aunque se ha mencionado en más de una ocasión en alguna entrada, no ha tenido su merecido reconocimiento. Así que ayer pensé en dedicarle algunas palabras al agua. En todo lugar está de alguna u otra manera presente, y es indispensable para la vida. Y aunque esta última frase es más propia de documental que de lo que quiero hablar, también la frase es inevitable.
Los Llanos me parece que no se entenderían sin el agua. No hace falta ser un gran observador para darse cuenta de esto. Y por supuesto tampoco haber superado diez años de adaptación al lugar para atreverse a mencionarlo. Se podría decir que desde el momento en que marca el ciclo anual de esta tierra con una marcada bipolaridad booleana (el agua cae o no cae). Aunque viene a caer y se queda, y deja de caer aunque no se va. Vamos, que siempre está ahí. Por lo menos aquí donde estamos y en esta zona de Los Llanos el agua es protagonista.
El gran río Orinoco se extiende por una extensa llanura de inmensos ríos gregarios. Y aunque, cuando uno se acerca un mapa mundi, el Orinoco siempre se quede pequeño tan cerca como le queda el Amazonas, el Orinoco es seguro también hijo de Océano y Tetis. Y no menor. Aunque sus aguas circulen por amplios y caudalosos cauces que se vuelven militesimales con sus cambios de nombres, que se ordenan como la copa de un samán hasta llegar a las alturas de los Andes, y aparezcan rodeadas de extensos pastos que parecen volver sus poderosas ramas escuálidas, lo cierto es que el Orinoco es un mar todo él bajo la Sabana. Tanto en su temporada seca como la lluviosa. Está ahí muy próximo hasta parecer que en su verano todo el Llano flota sobre él, lo mismo que muchas veces en su invierno, parezca hundirse bajo él.
Sí, hará falta mucha adaptación o muchas pastillas potabilizadoras para poderse beber. Sobre todo a un extraño en Los Llanos que depende de las botellonas (recipientes de unos 18l de agua potable o bebible). Aquí el agua está tan cerca que se obtiene por perforaciones de la que dependen las unidades familiares para su uso diario. Y aunque el negocio de botellonas está muy presente, la inmensa mayoría de la población es posible que beba el agua de su propias perforaciones. En la ciudad es otro decir. Las perforaciones en concentraciones humanas, donde los desagües, en lo visto hasta ahora, no tienen un adecuado mantenimiento, pueden estar contaminadas. Aunque existe una rudimentaria red de agua bebible, parece que tanto su diseño como su conservación disminuyen su extensión original y su garantía. De modo que la única opción general es generar anticuerpos y hacer vivir al cuerpo en la frontera.
El agua no está domesticada, pero también es verdad que tampoco está sobrexplotada. Sin querer comparar aguas de unos lugares y otros, un Betis con un Orinoco, ¿Hasta dónde deben perforar en uno y otro lugar para llegar al agua?. Allí donde se domésticó el agua encauzada hasta el agotamiento, no contiene gérmenes, pero está por demostrar que no contengan restos de pesticidas u otros agentes químicos. En esa frase dicha de "cuando tu vas yo vengo". Lo que en un lugar está por mejorar al ir, podría andarse sin caer en las malas inercias de los que están ya de vuelta. Y aquellos que "estamos ya de vuelta", lo mismo no ver tanta paja en el ojo ajeno, y ver en donde estamos cayendo.
El caso es que se habla, se comenta, se dice que en el S.XXI cuando se vaya a la guerra, el motivo del conflicto será el agua. Así que teniendo tan cerca el Orinoco que fluye lentamente bajo mis pies, mientras veo descansar al pastor samán que da sombra al búfalo, mientras éste descansa de tanto comer pasto, me pregunto sobre el agua.
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