No apta para el paseo, hubo un tiempo en que la bicicleta era el principal medio para trasladarse de un punto a otro de Guanarito. Sospecho que acá nunca hubo prisa por llegar a destino, y si la hubo, sería así solo en los días de lluvia y para los pocos que se aventuraran con ese tiempo a moverse. Pero eso ha cambiado hoy, porque ya no es la bicicleta sino la moto el medio de transporte mayoritario; y si no la prisa claro, ha cambiado sí la velocidad, que no es lo mismo. Una moto permite como es lógico, sin gasto adicional para el físico del particular, el poder ir mucho más veloz. Y aunque la carretera no lo aconseje, depende más del arrojo mal entendido del piloto, que del ansia por alcanzar el destino,
Existen una serie de hoyos en el asfalto, pequeños pero profundos, que andan estrategicamente colocados a lo largo del recorrido entre Guanarito y el IUJO. Cualquier recién llegado y desconocido del lugar, al volante o al manillar, repetirá ineludiblemente la desagradable sensación de meter la rueda en ellos, o en el mejor de los casos sortearlos en el último momento. El otro día comprobé con asombro como el arrojo insensato no tiene límites, cuando al conducir con cuidado por la recta previa al silo, en plena maniobra de medio adelantamiento a una motocicleta, me adelantaron por la izquierda a gran velocidad, otras tres motos con tres chamos recostados en horizontal sobre el sillín, completamente estirados en un imposible equilibrio. Me dio por pensar en esos hoyitos ya de por si incómodos para un carro y el poco aprecio por la vida de algunos. Eso me llevó de un pensamiento a otro y así me di cuenta unos minutos después, de que había caído en lo que se llama conducción subconsciente. No confundir con la inconsciente que es la que relataba y desencadenó en mi la subconsciente.
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