“La Tica” ha parido “tuquitos” por un total
de ocho. Vamos, que desde por la
mañana que nos hemos levantado y hemos visto que ya había comenzado
e iba por el cuarto, hasta los ocho que finalmente han nacido, han transcurrido algunas horas. Sorprende desde luego la facilidad con la que va soltando a los "minituquis". Teníamos pensado marcharnos para lavar la ropa, y porque aquí nos hemos quedado sin
agua porque el motor pequeño ha dicho basta, pero finalmente hemos
tenido que desistir. “La Tica” se puso a lloriquear, y cuando nos
fuimos nos siguió dejando a sus retoñitos en el refugio. Refugio
que la propia Tica se había buscado bajo una bugambilia. La
bugambilia es tupida y grandota, forma como una covacha y se
encuentra junto a la puerta de la casa. Ahora mismo se escucha a los
tuquitos gimoteando, mientras Narciso, el descubrimiento de la pasada
semana, sigue a la suya mirándose en el cristal de la terraza
(bueno, aunque hemos descubierto este finde, que Narciso a pesar de
todo tiene novia, “Narcisa”).
En lo que a nombres
llevamos: “Tuco”, el perro de los vecinos que pasa más tiempo
con nosotros que con ellos, y que le pusimos “Blanquito” cuando
lo conocimos al poco de llegar; “Tica”, vagabunda que se hizo
novia de “Tuco”, que vio en nosotros personas muy cariñosas, y
que entre tics y espasmos nerviosos se nos fue acercando y ganando;
estaban los tres pollitos de colores que se convirtieron en dos gallos y un guirigay, y que se llamaban “Pegos”, “Piscos” y
“Palillos”. Al gallo indefinido le tuvimos que dejar en libertad en un
bosquecillo para que encontrara su camino sin la presión de los
otros dos, y a los otros dos, los tuvimos que dar hace poco a una
vecina, para que tuvieran más opciones de sobrevivir, lejos de otra
vecina que les tenía manía; finalmente está “El chico” o “La
chica”, una vez que descubrimos su verdadero sexo, y que es un
perrito de los muchos que nos encontramos abandonados por las
márgenes de las carreteras de Los Llanos guanariteños; pero ahora y
que suman unos ochos, tenemos a los ocho cachorrillo mencionados, que
tienen exactamente un día, y cuyos nombres decididos son “Quillo”
o “Quilla”, “Dogo” o Doga”, “Quinto” o “Quinta”, a
falta de cinco nombres restantes.
Pero esta vez,
además de nombrar, tenemos un nuevo “objetivo”: buscarle nueva
familia a los peques. Algo que para algunos será posible en poco
tiempo, pero que sobre todo para las hembras será bien difícil.
Aquí la gente no quiere perritas por la facilidad que tienen para
quedarse embarazadas. Menuda discriminación de género animal.
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