Desde los días asaltados por un reforzado desorden, a medio camino de todos los husos (horarios), se aproxima la partida, aunque no se desaten del todo los lastres. Hubo tiempo, es verdad, para situar en el mapa el destino próximo, dotarlo de datos e imaginar sus gentes, su día a día, de recorrer imaginado el futuro allí. Ahora las urgencias del hoy reclaman la atención de los proyectos que se han acumulado en los últimos tiempos para dejar todo en lo posible bien atado.
En ese contexto, el fin de semana pasado, el Encuentro Nacional de Entreculturas, ha resultado ser un empujón más. La oportunidad de conocer a las personas, y la conexión y energía que subyace bajo una organización. La buena predisposición de las personas, al cruce de impresiones o como mínimo al buen gesto y sincero, el contacto, y la comunicación intergeneracional.
A punto de centrarme en un empeño que descubro también vocacional, me ha dado por recordar las andanzas lusas de arqueólogo nómada y mochilero, en este tema de Chico Buarque... Construçao.
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