jueves, 26 de diciembre de 2013

hacia arriba

Desde el llano más llano hasta las alturas en un continuo subir en buseta, a ritmo de volante a derecha e izquierda hasta llegar a Mérida. En el camino las casas gochas, que parecen nidos de águila, construidas entre el borde de la carretera y el borde de la pendiente. Los bosques nublados alcanzan las cimas hasta hacerlas inaccesibles, y entre tanto, algún terreno ganado para la agricultura. Se alcanza el páramo al superar una curva, porque de pronto ya no crecen árboles. Poco después se vuelve a sentir una breve sensación de bajada para llegar a pueblos asentados sobre planicies que tocan los tres miles. Aquí se ve la teja y el tapial, también las lindes levantadas con piedras, las aguas frías albergan truchas; ya está cerca Mérida, se ve el Simón Bolívar cubierto por las nubes, y pronto una meseta elevada algunos cientos de metros entre los dos ríos que la rodean, Mérida. Han pasado nueve horas desde que saliéramos andando de la casa de Guanarito, aunque a medio camino para la terminal cazamos un mototaxi, desde allí agarramos una buseta que nos llevó a Guanares, desde donde tomamos otra que nos llevó hasta Barinas, donde finalmente, y tras interesadas intromisiones por comisiones (que retrasaron la salida una hora), tras cinco horas de viaje, una vez más en nueva buseta, por una estrecha y empinada carretera, llegamos a Mérida.


Entrada a los páramos tras una prolongada subida


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