Siempre me ha llamado la atención las nubes en el cielo, ese
fenómeno natural que permite que el vapor de agua se quede acumulado por encima
de nuestras cabezas y, en un determinado momento, por circunstancias de la
naturaleza, se precipite agua sobre nosotros.
Aquí, en los Llanos, las nubes vienen a ser como las Grandes
Señoras o las Madres de nuestras nubes andaluzas. Y esto creo que es así por el
tamaño de éstas, no sé si es también que la inmensidad del Llano le aporta más
grandeza a las mismas, lo cierto es que cuando aparecen en el cielo,
impresionan.
Cumulonimbos, eso eran, ¿recordáis? nubes de tormenta que se
expanden en altura y parecen que quisieran engullirte en un determinado
momento. Aquí las tenemos en formas y número muy diverso, pues prácticamente
todos los días se forman en el horizonte. Pareciera que las fotos que nos
ponían en la carrera sobre este tipo de nubes fueron tomados desde aquí. Ahora
ya entiendo a que se refería la profesora de climatología cuando hablaba de
estas nubes y sus forma de yunque.
También tenemos nubes lenticulares, cual platillo volante,
quietas y perfectas delante de nuestros ojos. A pesar de que los Llanos no
tienen montañas. En general, estas nubes se encuentran revoloteando entre las
cumulonimbos
Y es que las nubes aquí adoptan muchas más formas y
texturas, y muchas más tonalidades en los atardeceres diario, pues aquí , como
ya dijo Javi, cualquier momento es bueno para que se precipite la lluvia sobre
nuestras cabezas.
Por cierto, las de forma de borreguito o cúmulos, todavía no
se han hecho presentes.
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